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Cruzar las calles me esta dando miedo, ir en un bus que viaja a gran velocidad me atemoriza, acercarme a objetos corto punzantes me llena de terror y cocinar con gas me hace pensar en las peores consecuencias. Pero es que no sé qué más pensar cuando veo lo que yo veo, cuando oigo lo que yo oigo y cuando toco lo que yo toco.

Hace poco, un jueves, mientras estaba en clase de 6 de la mañana, en un momento de risas y comentarios poco importantes con mis compañeras, volteé hacia la ventana del salón, uno de los del quinto piso, y afuera en el aire, en donde solo se ven las debiluchas ramas que muestran que el árbol llega hasta ahí, vi a un hombre vestido todo de negro, mirándome inmóvil en el aire. La verdad, todo fue muy rápido y de esos momentos en los que tienes que volver a mirar para cerciorarte de lo que viste por que no te habías percatado de este detalle. Pues yo seguí sonriendo mientras mi cabeza daba todo un giro y veía a este señor oscuro en la ventana, y solo cuando dejé de verlo caí en cuenta de lo aterrador de su presencia y volviendo la mirada hacia la ventana me encontré con el mismo cielo gris de la mañana.

Al otro día, de nuevo a clase de 6 de la mañana, mientras organizaba mi desayuno en la fría cocina, y rompía el duro silencio de la oscuridad con el zumbido del bombillo; mis oídos todavía adormecidos, empezaron a escuchar un extraño susurro que venía del patio de ropas de mi casa. Me quede congelado, y mis pensamientos enmudecieron para poner atención a este murmuro extraño que no tenía una fuente fija para escuchar, que parecía de una persona que hablaba con dificultad y con cuidado para no romper su propio silencio; un mascullo que se repetía con el mismo tono y ritmo, como si estuviera diciendo lo mismo una y otra vez, diciendo algo que no pude descifrar bien ni siquiera cuando me acerqué mas al patio de ropas. Varias veces igual sólo oía el mismo seseo entre palabras, hasta que más tarde se quedó callado, y de nuevo el zumbido del bombillo, el sonido del fuego del gas y el chillido de los grillos invadieron al cocina.

Hoy recibí la última señal, una mas extraña y ambigua. Mi cama permanece tendida mientras no estoy y es difícil que algo pueda aparecer entre sus cobijas, por eso me acosté a dormir tranquilo la noche de ayer, como siempre. Pero esta mañana, de nuevo a clase de 6, mientras organizaba la cama me encontré un alfiler plateado y grande apuntando hacia mí. No encontraba, ni encuentro aún la manera en que ese alfiler pudo aparecer en mi cama, duermo solo, con la puerta cerrada y mi cama estaba en perfectas condiciones cuando la destendí.

Ya no sé qué pensar, ¿qué locura nueva esta llegando a mi cabeza?, ¿qué me quiere decir el destino? si es que existe, ¿que esta pasando?, ¿Será que voy a morir como han dicho muchos? ¿o es que estoy olvidando algo?. Si Alguien sabe algo sobre esto, si alguien tiene algo que me quiera decir, si alguien quiere matarme, dígamelo pronto y de frente, no me gusta el mundo de la incertidumbre.

Comments

Paulafat said…
Creo que los duendes han llegado a tu casa...JAJAJA -Risa malévola- JAJAJAJA.

A mi me gusta cuando pasan esas cosas, porque son como entre lo ordinario y lo extraordinario. Es bacano pensar que no todo es súper racional y súper normal, y que de pronto a la realidad se le escapan esos detalles místicos que nos hacen pensar que no todo lo que existe cabe en nuestras cabezas. Para mí, eso es esperanzador y muy divertido.
Anonymous said…
Cómo bien lo dijo Charles Fort: "no puedo decir que todos los mirlos son blancos porque un día vi dos negros"

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