Cruzar las calles me esta dando miedo, ir en un bus que viaja a gran velocidad me atemoriza, acercarme a objetos corto punzantes me llena de terror y cocinar con gas me hace pensar en las peores consecuencias. Pero es que no sé qué más pensar cuando veo lo que yo veo, cuando oigo lo que yo oigo y cuando toco lo que yo toco. Hace poco, un jueves, mientras estaba en clase de 6 de la mañana, en un momento de risas y comentarios poco importantes con mis compañeras, volteé hacia la ventana del salón, uno de los del quinto piso, y afuera en el aire, en donde solo se ven las debiluchas ramas que muestran que el árbol llega hasta ahí, vi a un hombre vestido todo de negro, mirándome inmóvil en el aire. La verdad, todo fue muy rápido y de esos momentos en los que tienes que volver a mirar para cerciorarte de lo que viste por que no te habías percatado de este detalle. Pues yo seguí sonriendo mientras mi cabeza daba todo un giro y veía a este señor oscuro en la ventana, y solo cuando dejé de verl
(Y todo lo que ésta puede hacer)