Lo último que le hizo, lo que revaso la copa, fue que se fue a esa discoteca gay sin ella, y aunque le dijo que iba ir le ordeno que no lo acompañara, que a el le gustaba más ir sólo. Eso fue lo que la cansó de todos los hombres de este mundo, de este tiempo, de su vida. Todos unas locas plumosas, maricas hasta la medula, hachas de lentejuela y canutillo desde las uñas de los dedos de los pies hasta la punta del cabello. Un homosexual tras otro eran los hombres con los que ella se encontraba, los hombres de los que se enamoraba, los disque hombres que se fijaban en ella, y las hombres que terminaban siendo al finalizar su relación. No más, era suficiente de esta treta del destino, no era justo y más que eso era desquiciante. Por eso, con el corazón lleno de sangre hirviente y una ira de volcan, sacó las laminas de la nevera, aumentó la temperatura al máximo y se encerró en ella esperando un futuro digno de su feminidad y su cuerpo, uno que apreciara el sabo de una mujer y que no se fuera por un tripode andante.
Son necesarios choques eléctricos para devolverle la vida a la neurona. Él, cree que ha muerto, que es una inútil conexión a la nada, desinteresada por la vida, por los ojos de lectores perdidos, un ser inerte esperando ser destruída por el mismo ritmo del internet. Ella, aún chapalea, respira timidamente, hace sinápsis y emite un grito mudo de dolor, de una batalla perdida. Llegan entonces los choques eléctricos. Cargas de alto voltaje provenientes de la fuente original de inspiración, la impulsadora vital, la gran creadora la "Pollo-Sirena". - ¡Esta Viva! - Le grita - ¡La Neurona Vive! Él, se llena de miedo, no la quiere ver, con qué cara: siente vergüenza. Alza la vista, la observa, el miedo es ahora un odio, eres una carga más no tengo tiempo para ti. Ella, sonríe, alza una ceja le dice: - Deja la bobada y disfrutalo.
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Termina tu historia, quiero saber que está pensando tu neuronita...jeje
tqm.
Chao, tqm.